Se me ha ocurrido actualizar con uno de mis libros favoritos, Cumbres Borrascosas, porque pensando en mi estado de ánimo y en lo que me apetecía escribir me ha venido esta historia a la mente, pero no tanto por el tono romántico de la misma sino por lo oscuro y gótico de la atmósfera que la envuelve.
El Señor Earnshaw regresa a Cumbres Borrascosas de un viaje a Londres trayendo en su regazo a un niño mugriento, Heathcliff, que decide criar como un hijo, aunque tanto su esposa como su hijo mayor, Hindley, lo detestan. Pero Catherine Earnshaw ve en el niño un compañero de juegos y travesuras y con el tiempo se hacen inseparables, naciendo entre ellos un vínculo que va más allá de la amistad, el amor y el odio, y que con los años se vuelve destructivo. Cuando el Señor Earnshaw muere, Hindley echa a Heathcliff de la casa y le hace dormir en los establos como un sirviente. Aun así, la relación entre el muchacho y Catherine continúa, siendo ambos rebeldes, e indomables. Pero un día, entra en escena el joven Eduard Linton, de la Granja de los Tordos, que representa un futuro acomodado en el lugar más parecido al Paraíso que Catherine podría imaginar, así que ésta no rechaza sus atenciones, ante la mirada posesiva y celosa de Heathcliff.
La historia de Cumbres Borrascosas abarca dos generaciones, cuyo nexo es ese personaje oscuro y misterioso, Heathcliff, del que no se sabe su procedencia, pero cuyo odio, venganza, violencia y resentimiento ocupan toda la novela. Catherine, a su vez, no es una santa sino que es egoísta, y es la víctima de sus propias acciones, de las que culpa a Heathcliff para hacerle sufrir.
La novela no fue muy bien acogida en el momento de su publicación, en 1847, al contrario que Jane Eyre, escrita por Charlotte Brönte, hermana de Emily. Algunos escépticos incluso sostenían que la autora no había sido Emily sino Patrick Branwell, el hermano de las Brönte, al pensar que ninguna mujer con una vida como la suya pudiera haber escrito una historia tan pasional y violenta de sentimientos. Con el tiempo, Cumbres Borrascosas se ha convertido en un clásico de la literatura inglesa, la única novela de Emily Brönte, que además es una de las poetisas con más talento de su época.
Hay varias adaptaciones al cine de la obra; yo he visto tres y ninguna me convence, aunque la más fiel – ya que las otras abarcan solo medio libro – es una con Juliette Binoche y Ralph Fiennes de 1992, de la que destaca sobretodo una joya de banda sonora compuesta por Ryuichi Sakamoto. La adaptación más famosa creo que es la de los años 30, con Lawrence Olivier como Heathcliff, pero a mí no me acabó de convencer, y debo decir que mi Heathcliff favorito por el momento es Timoty Dalton en una versión de 1970, y eso que a mí este actor nunca me ha gustado, quizás por lo de 007.
En fin, que es un libro que recomiendo a todo el mundo. Es una gran historia de amor y odio, pero sin sentimentalismos o ñoñerías, y con un cierto elemento mágico. Según H.P. Lovecraft, Cumbres Borrascosas es una historia «totalmente aparte como novela y como obra literaria de terror, con sus enloquecidos paisajes -los páramos desolados de Yorkshire- y las vidas atormentadas y violentas que en ellos se desarrollan. El misterioso terror de Emily Brönte no es un mero eco gótico, sino la tensa expresión del estremecimiento del hombre ante lo desconocido.»

FRASES:
– Yo sería muy desgraciada si estuviera en el cielo, Nelly.
– Porque no es usted digna de ir a él – respondí. – Todos los pecadores serían muy desgraciados en el cielo.
– No es por esa razón. Una vez soñé que estaba en el cielo. […] que yo notaba que aquello no era mi casa, que se me partía el corazón de tanto llorar por volver a la tierra, y que, al fin, los ángeles se enfadaron tanto, que me echaron fuera. Fui a caer en medio de la maleza, en lo más alto de Cumbres Borrascosas, y me desperté llorando de alegría. Ahora, con esa explicación, podrás comprender mi secreto. Tanto interés tengo en casarme con Eduard Linton como en ir al cielo, y si mi malvado hermano no hubiera tratado tan mal al pobre Heathcliff, yo no habría pensado nunca en ello. Para mí sería una humillación casarme con Heathcliff, pero él nunca llegará a saber cuánto le quiero, y no porque sea guapo, sino porque hay más de mí en él que en mí misma. No sé de qué estarán hechas nuestras almas, pero sea de lo que sea, la suya es igual a la mía, y en cambio la de Eduard es tan diferente como el relámpago lo es de la luz de la luna, o el hielo del fuego.

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Mi amor por Linton es como el follaje del bosque. Bien sé que cambiará con el tiempo, al igual que el invierno transforma los árboles. Mi amor por Heathcliff se asemeja a las rocas inmutables de debajo de la tierra: manantial de escasa alegría, aparentemente, pero necesario. ¡Nelly, yo soy Heathcliff! Lo tengo constantemente en mi pensamiento; no como una cosa agradable – tampoco yo me agrado siempre a mí misma – sino como mi propio ser.

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Heathcliff, ¿es un ser humano? Y si lo es, ¿está loco? ¿O es un demonio?

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El cuadro que ambos representaban era singular y terrible. Catherine podía, en verdad, considerar que el cielo sería su destierro para ella, a no ser que su mal carácter quedara sepultado con su carne perecedera. En sus pálidas mejillas, sus labios exangües y sus brillantes ojos, se pintaba una expresión rencorosa. Apretaba entre sus crispados dedos un mechón del cabello de Heathcliff, que había arrancado al aferrarle. Él, por su parte, la había cogido ahora por el brazo, y de tal manera la oprimía, que, cuando la soltó, distinguí cuatro amoratadas huellas en los brazos de Catherine.
– Sin duda estás poseída por el demonio – dijo él con ferocidad.[…] ¿No basta a tu diabólico egoísmo el pesar que, cuando tú descanses en paz, yo me retorceré entre las torturas del infierno?

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Video con la canción «Wutheing Heights» de Kate Bush e imágenes de la película del 92: